¿Están acabando los «megapadres» con el verano?


Soy mediador, pero no me olvido que llevo 25 años de docencia con alumnos de 11 a 13, desde la EGB a la ESO, por eso me permito escribir estas reflexiones sobre este tema. 

Tras un fin de curso casi agónico, ha llegado el momento de parar. Los niños han acabado agotados. ¿Por qué nos empeñamos en convertir sus vacaciones en otra carrera? ¿Están acabando los «megapadres» con el verano?. Los «megapadres» están creando un nuevo tipo de niñez, la del «hijo robot». Los niños se sienten dirigidos. El tiempo libre que tienen es tan escaso que cuando lo tienen no saben gestionarlo.

La preocupación por «el futuro» de nuestros hijos multiplica su nivel de competitividad a edades cada vez más tempranas, se les exige cada día más conocimientos, mayores aptitudes, mejores resultados.

Los niños son ahora objeto de mayor preocupación e intervención por parte de los adultos, son educados en una idea de que el fracaso no está previsto. 

Se sienten incapaces de cumplir tantas expectativas y eso interfiere en su desarrollo correcto y les provoca frustración y rabia, baja autoestima, dependencia emocional, inseguridad, tristeza, insomnio… 

Si les preguntamos a que quieren dedicar el verano ellos responden: «a descansar». Y saltaran todas las alarmas. 

Acaban de empezar sus vacaciones y los niños ya las tienen programadas, entiendo que en muchos casos no queda más remedio porque hay que encajarlas, si o si, con el trabajo de los padres y «otras circunstancias».

¿Les hemos preguntado si desean hacer esas actividades? o se las hemos «vendido» como un excelente comercial que vende un producto que tiene que «colocar». 

A que nosotros en nuestra vacaciones no nos apuntamos a tantas actividades como ellos, porque las queremos para desconectar y descansar de las tareas cotidianas y saltarnos algunas normas.

¿Qué pasa con los cuadernillos de verano y las tareas de repaso? Claro que deben repasar pero no delante de otro libro lleno de ejercicios. Pueden seguir aprendiendo a través de juegos, de leer, juegos de mesa que desarrolla la atención sostenida y el seguimiento de normas…

Cuando un niño se aburre nos saltan todas las alarmas. No pasa nada porque se aburra. Esos ratos suponen un descanso de la mente, estimula la creatividad, autonomía, resistencia a la frustración, capacidad de resolver problemas y la motivación. 

Cualidades que se valoran mucho en muchos puesto de trabajo actuales y del «futuro».  Por si alguno necesita justificar que su hijo se aburre. 

Para nadie es secreto que los niños pasan ya más tiempo navegando en internet que viendo la televisión. El abuso de la tecnología genera mucho estrés.

Los hábitos se forman en la infancia y perduran toda la vida. Conviene establecer normas sobre el uso de la tecnología. No prohibir su uso, sino establecer unos límites.

¿Qué autoridad pueden tener unos padres que le piden a su hijo que no estén conectados al móvil si los padres nos pasamos todo el día enganchados a la pantalla ya?.

Las actividades no virtuales, individuales o en familia, tienen que primar en el tiempo de ocio, un juego, charlar, cocinar, deporte, un paseo…

Vacaciones reales, no virtuales.

Gracias

José A. Veiga 

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