No nos engañemos, la relación en las parejas, entre padres e hijos, entre personas, es complicada. Se ven envuelta por el mundo de las emociones, chocan esas emociones cuando se desbordan con dos caracteres diferentes. Siendo uno de ellos el más templado.
Afloran temas no resueltos en el pasado por falta de comunicación que les van a llevar a situaciones nada agradables y que muchas veces se les han ido de las manos.
Nos plantean ese problema y nos encontramos con que no somos capaces de ayudarles después de haberlo intentado todo, después de usar todas las herramientas de nuestra caja de técnicas y habilidades.
Por todo ello, no pasa nada por derivar a otros profesionales si vemos que lo que necesitan es ayuda de otro tipo, para hacerles ver las cosas de otra manera y a mover sus posiciones y quizás luego vuelvan a mediación.
Seremos mejores profesionales si demostramos que en nuestros «vacíos» o nuestras dificultades somos capaces de derivar a otras personas.
No es mejor que sean los profesionales de cada materia los que hagan intervenciones y nosotros somos profesionales de la mediación, no del derecho ni de la psicología, luego hagamos mediación que es lo nuestro.
Que el egoísmo de no perder una edición no nos lleve a perjudicar a unas personas que vienen a nosotros muchas veces como últimos recursos. Les ayudaremos si les aconsejamos a que profesional deben acudir y si ese profesional es un mediador, seguro que han venido al mejor, que somos cada uno de nosotros.
Adelante, seamos valientes y reconozcamos nuestras debilidades, no somos Supermediadores de todo.
Gracias.
José A. Veiga