¿Cuántas veces habéis oído la palabra perdón o la habéis pronunciado? Tanto en mediación como en nuestras vidas personales.
La mala gestión de las emociones hace que seamos impulsivos y nos equivoquemos con los demás. Empezar por reconocer nuestros errores ante la otra parte es la clave para solucionar el daño causado y empezar de cero.
¿Crees que pedir perdón es signo de debilidad? En algunas cultura se piensa que sí. Signo de fracaso o falta de autoridad. Si embargo, yo creo, que es un acto de valentía, un signo de estabilidad emocional y de ser la persona que se quiere ser. Pero hablamos de pedir perdón de verdad… no decir la palabra sin sentir lo que decimos, por quedar bien.
Pedir perdón nos debería aportar confianza en nosotros mismos corriendo el riesgo de que a lo mejor no somos perdonados, porque muchos para perdonar deben olvidar…
Si tenemos la sensación de haber ofendido a otro, con una mala contestación, un desprecio o un olvido, es importante tener en cuenta que debemos poner los medios para intentar cicatrizar ese daño emocional que hemos ocasionado.
Lo primero es reconocer el error y ser conscientes de que nos hemos equivocado, y nunca usar la palabra borrador universal: pero.
Pensad en que esa palabra borra todo lo anterior: «llevas razón, pero…».
Muchas personas creen que no decir nada es la mejor manera de solucionar el problema, y dejan pasar el tiempo.
Pide perdón de corazón. Además hazlo a la cara y no por otros medios mucho más fríos. Observaras el lenguaje no verbal de la otra parte.
Propón reparar el daño causado, intenta que la otra parte afectada reciba algo más que una palabra de perdón.
Admite la responsabilidad del hecho. Es la clave principal para que nos crean. Si la culpa la tenemos nosotros, no se la echemos al tiempo o al cansancio u otra persona. Aunque la culpa sea tan fea que no la quiere nadie.
Arrepentirse implica no volver a caer en el error. Sé sincero y deja claro que no tienes ninguna intención de repetir el fallo cometido.
Torturarse con el error cometido no es sano. A todos nos gusta percibir que hemos sido perdonados. Esa experiencia nos hace crecer. Pero puede pasar que ese sentimiento sea negativo y destructor, a pesar de haber recibido el perdón. Si estos sucediera somos nosotros los que no nos estamos perdonando. Esta actitud refleja una falta de autoestima y hace que nos torturemos como si no nos mereciéramos nada.
¿Cuántas veces has tenido en tu sala de mediación gente así? ¿Cuántas personas has identificado con esas características? ¿Has oído muchas veces la palabra perdón? ¿La usas muy a menudo?.
Un saludo
José A. Veiga
excelente reflexión!!!
excelente!!! me encanto!!
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Interesantísimo, gracias.