Tengamos claro que no todos los casos que nos llegan a mediación son mediables o que las partes están preparadas para mediar. Partimos de la base que queremos que nos lleguen casos para mediar, pero no debemos empezar todos los casos cuando veamos claro que ese caso no es para mediación, o que las partes no están «maduras» para iniciar un proceso de mediación.
No caigamos en la tentación de ver solo «euros» en cada conflicto que nos llegue al despacho. Preguntémonos siempre antes de empezar un caso: ¿es mediable? ¿La mediación va ayudar a resolver el conflicto?¿ y si no es mediable la única salida posible es un juzgado?. Y una vez que nos respondamos a esas preguntas si las dos primeras son afirmativas:adelante. Aunque a lo mejor nos aventuremos a mediar no olvidemos un aspecto que me parece importante: la madurez de las partes para empezar una mediación. No me refiero a la madurez como personas, sino si están preparados para afrontar un «cara a cara» con el conflicto. Asumir, escuchar, empatizar todo lo que la otra parte tiene y debe decir y ellos deben escuchar no oír.
Para intentar ayudarles a que «maduren» están nuestras técnicas, nuestras herramientas… Pero ¡ojo¡! Puede que ni usando perfectamente las herramientas se vean preparados para seguir en el proceso de mediación, y no por eso hemos fracasado…. Que es muy fácil pensar en que hemos fallado, sentirnos fracasados porque no se ha cerrado con éxito la mediación y a lo mejor el mayor éxito está en no hacer esa mediación.
GRACIAS por existir.
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