En mediación debemos buscar respuestas a los silencios, no evitarlos.
Debemos respetar y gestionar los momentos de silencio pero también estamos en la «obligación» de buscar una respuesta a esos silencios. Analizar en qué momento se han producido, cuál ha sido el desencadenante del silencio, saber si es un silencio cargado de energía negativa, o un silencio de reflexión, de reorganizar las ideas y buscar una respuesta.
Los primeros son aquellos que nos decimos:»cuenta hasta tres antes de responder…», para no contestar eso primero que nos viene a la cabeza directamente, que no ha sido pensado antes de soltarlo. Cargado de energía negativa que debemos gestionar.
O los segundos silencios, aquellos que nos permiten reorganizar con rapidez las ideas, emociones y sentimientos que tenemos en ese momento. Incluso dar un cambio radical a los planteamientos que está sobre la mesa de la mediación. Posibles acuerdos parciales de los cuales nos sentíamos orgullosos de haber alcanzado y que después del silencio… Han cambiado y se han difuminado…
Cualquiera de los dos vienen acompañados de lenguaje no verbal, miradas, ojos que brillan, respiraciones aceleradas, movimientos de manos, cambio de posición según están sentados… No les dejemos pasar desapercibidos.
El valor del silencio en mediación es importante, pero debe mantener al mediador alerta para identificar por donde va a salir ese silencio… ¿Cuál va a ser la respuesta o salida de la persona que mantiene el silencio?. Suele durar unos segundos que se hacen eternos… Y que vienen acompañados de una pequeña fase de reproche y luego una reorganización de las ideas y puede que hasta cambie radicalmente la vía que había tomado en la mediación.
Pero tampoco debemos romper ese momento de silencio inmediatamente, porque las partes puede que lo necesiten. Debemos dar un paso atrás en la labor de mediador y dejar que sean ellos quienes gestionen ese tiempo. Es un momento tenso, pero quien ha dicho que la mediación sea fácil y un camino de rosas, si así fuera no vendrían a mediar.
Su camino está cargado de piedras de diferentes tamaños, pero cada una les hace daño de una manera diferente y deben ser ellos quienes decidan si aguantan una chinita pequeña o esa simple piedra les incomoda.
Y los silencios del mediador, ¿qué buscamos? ¿Para qué les usamos? Para hacerles ver a las partes su realidad que está encima de la mesa. Buscamos que reaccionen… Cada cual sabe lo que busca, pero no abusemos del silencio, ellos necesitan que seamos los artífices de ayudarles a buscar la solución a esos silencios, nosotros somos los profesionales, los que más saben de mediación en esa sala, demostrémoslo.
GRACIAS
José A. Veiga