Estas notas que hoy desarrollo las tome escuchando a Amparo Quintana en una de sus charlas magistrales y ahora ya reposadas y con mi granito de experiencia deseo compartirlas.

El mediador debe observar con los ojos y con el corazón. Somos personas que tenemos sentimientos, no somos máquinas programadas. 
Buen comunicador, que sepa escuchar y sepa decir la palabra idónea en cada momento. Habiendo analizado la situación que tiene encima de su mesa de mediación. No he escrito que hable mucho, sino que comunique mucho. Que ofrezca confianza a las partes.
Trasmitir Paz, tranquilidad, que no sea una persona nerviosa exteriormente y que evite trasladar esos nervios a las partes.
Persona paciente, reflexiva y coherente. ¡ Qué difícil !. Debemos neutralizar muchas sensaciones, emociones. Debemos implicarnos hasta donde deseemos llegar: si nuestro objetivo es que lleguen a un acuerdo una mayor implicación y a por el acuerdo… Pero recordad que el objetivo final de la mediación no es únicamente llegar a un acuerdo.
Conocer nuestros principios inamovibles, es decir, que no voy a mediar nunca, que cosas no admitiría en mediación, hasta donde permitiría ciertas cosas, en resumen conocernos a nosotros mismos, saber nuestros límites.
Ser flexibles, ya sabemos lo que dice la Ley y no nos la vamos a saltar pero seamos flexibles antes las necesidades e intereses de las partes.
Debemos adaptarnos al lenguaje de las partes, estar receptivos, sensibles, imaginativos y creativos.
Amable y respetuoso con las partes, pero que también saber bromear sin herir.
Nunca debemos tirar la toalla, que sean las partes quienes decidan irse de la mediación, siempre hay esperanza.
Respetemos la libertad de las partes, no seamos facilitadores de acuerdos. Ser mediador no es cuestión de sombreros ni de modas.
Y para finalizar que mejor frase que está de Confucio.
«Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces estás peor que antes.»

Gracias.

José A. Veiga