Nuestro ego puede romper una mediación.

La verdad es que todos somos esclavos de nuestro ego. Nuestro ego constantemente nos desafía en innumerables situaciones. Te encuentras en una mediacion sintiéndote abrumado por la necesidad de compartir tus ideas con las partes, las cuales no entienden claramente el proceso de mediación como tú y te creas la necesidad de sacarles de su encasillamiento, casi les aconsejas, lo ves muy claro, en su lugar tu harías….
En cada una de estas situaciones, nuestro ego está actuando debido al deseo de aprobación, de sentirnos bien, por encima de ellos. En esencia, nuestro ego es el deseo de recibir para sí mismo. Nuestro propósito es trabajar para llegar a un punto más desinteresado, transformando ese deseo en un deseo de recibir para compartir.

Sin embargo, permitimos que nuestro ego tome la decisión por nosotros todo el tiempo. Nuestro ego es responsable cuando presumimos de lo buenos que somos o lo bien que hablamos. Pero nuestro ego también actúa debido a la inseguridad, instándonos a hablar o actuar para evitar que las partes duden de nuestra inteligencia, de nuestras habilidades y de nuestros talentos. En cualquier caso, nuestro ego promueve el comportamiento impulsivo y reactivo.

¿Aún no estás convencido? Quizás estés permitiendo que tu ego tome las decisiones si te encuentras sintiendo remordimiento por tus acciones, atrapado en ciclos negativos de comportamiento o extremadamente preocupado por lo que las puedan pensar.

¿Pudiste permanecer en silencio cuando en realidad querías intervenir, pudiste permanecer neutral cuando querías actuar debido a la opinión de una de las partes, o te empujaste a ti mismo a tomar el riesgo cuando te sentiste inseguro en esa fase del proceso que menos te gusta? Si la respuesta es afirmativa, ¡Ideal! Si la respuesta es negativa, bueno, no seas tan duro contigo mismo. Ahora puedes ver dónde necesitas controlar tu ego.

La verdad es que la mayoría de nuestro comportamiento es reactivo, pero existe una buena razón para ello. Sin momentos reactivos e impulsivos, no podríamos elevarnos por encima de esa conciencia y crecer espiritualmente. Ten en cuenta que ésta es una lucha constante, un empujar entre ser mediador y opinar como persona ajena al conflicto. No hay momentos en los que te puedas quitar el uniforme de mediador.

Éste es un trabajo importante. Al resistir el empuje de nuestro ego podemos conectarnos mejor con las partes en la mediación y en nuestra vida. El ego crea la ilusión de una división entre nosotros y ellos. Nos atrapa en un tipo de prisión, evitando que veamos la humanidad en otros y que sintamos empatía con sus experiencias, mientras nos volvemos extremadamente preocupados con las nuestras. Parte de nuestro trabajo como mediadores o gestores de resolución de conflictos es crear unidad con ellos y que en el proceso de mediación solo exista una unidad: partes más mediador somos uno. Intenta derribar esas barreras para que puedas compartir con los demás lo gran mediador que eres.

Después de todo, como Karen Berg dice: “Ser esclavo de algo es negar el hecho de que eres parte del Creador”. Desvanece la necesidad de gratificar a tu ego y trabaja la empatía hacia otros.

José Antonio Veiga.

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