Mediación: ¿pesimismo o euforia?

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La Mediación no es sólo una técnica que puede ser aprendida, sino que también es un arte. No se alcanza con las cien horas mínimas (35 de prácticas) estipuladas por el Reglamento del Ministerio de Justicia para inscribirse en el registro de mediadores del propio Ministerio, si no se tiene una aptitud y actitud psicológica indispensables para ser buen mediador.

Resulta insuficiente cumplir una ley, para que la comunidad conozca en qué consiste la mediación; una campaña educativa en los medios de comunicación masivos favorecería la difusión de la mediación y la gente tendría la posibilidad de optar por ella no sólo en los casos en que la Ley así lo exige.

La Mediación es uno de los llamados Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos. Debería ser un paso desde la cultura del litigio a la cultura del acuerdo. Implica ejercer el protagonismo a las partes en la solución de los problemas, tomar las riendas de su propia vida, dejar de delegar la autoridad en el Juez que impone la Ley.

Se trata de pasar del rol de adversario al de «socios», cooperando con el otro en la tarea que los convoca: la resolución de un conflicto sin litigio.

Habrá que encontrar soluciones (el mediador actúa como facilitador) en las que todos ganen. En algunos casos será dinero, en otros tiempo, en algunos reconocimiento, legitimación, satisfacción de necesidades subjetivas muchas veces no explicitadas.

En estos primeros meses de vigencia de la mediación judicial, he realizado las siguientes observaciones en quienes desde distintos lugares están vinculados a la Mediación

EN LOS PROFESIONALES:

1) RESISTENCIA AL CAMBIO:

a) Temor a la pérdida de poder y lucimiento personal frente al «cliente».

b) Temor a la disminución de sus honorarios (sin tener en cuenta la proporcionalidad entre honorarios y tiempo de trabajo).

c) Temor a trabajar «sin el expediente».

2) DESVALORIZACION: (por falta de conocimiento del dispositivo). Los abogados, sosteniendo que ellos siempre fueron negociadores. Los psicólogos, afirmando que ellos siempre trabajaron con conflictos interrelacionales. Para ambos, la mediación no es nada nuevo, según ellos.

 3) SOBREVALORACION: algunos consideran a la Mediación como la panacea universal, la solución a todos los conflictos humanos. Llegan a hablar de una gran revolución pacificadora mundial. Viajan a formarse al exterior, abren centros de formación aquí, contratan «gurús» para que nos enseñen. Forman entidades de mediación para realizar mediaciones privadas. Aventuran un futuro llego de mediadores-pacificadores trabajando en la comunidad, en escuelas, en empresas, en todo ámbito. Sobrevaloran el Registro de mediadores antes mencionado, sabiendo que ese registro es únicamente informativo, no vinculante, ni obligatorio estar en él.

EN LAS PARTES:

Aquellos que pasan por una mediación manifiestan sorpresa y satisfacción por el clima de trabajo, más informal que una audiencia en los Juzgados. Se sienten satisfechos por el encuadre, escuchados, sobre todo comprendidos. Valoran la posibilidad de encontrar una solución rápida y económica a su problema. Se sienten acompañados y asistidos por sus abogados, pero también dueños de la decisión. Es decir, responsables de sí mismos, protagonistas de la mediación, asistidos por el Mediador. Son ellos los mejores transmisores de las ventajas del sistema.

DONDE ME UBICO

Desde el rol de mediador extrajudicial, considero a la Mediación como un método eficaz, siempre que sea utilizado desde cierta ética. El alto porcentaje de acuerdos obtenidos en los casos que ambas partes superan la sesión informativa (superior al 80 %), me hace pensar que esta nueva filosofía de vida responde a una necesidad social y que irá creciendo a medida que entre todos favorezcamos su difusión y perfeccionamiento, y construyamos «el modelo español de mediación», tomando lo mejor de cada escuela, pero adaptado a nuestras características.

No obstante, a veces los conflictos para ser resueltos necesitan otras vías (que no debemos olvidar): los juicios…, o la psicoterapia…

 GRACIAS.

Feliz Navidad.

José A. Veiga 

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