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Esta es la inteligencia que describe la capacidad para percibir y entender las motivaciones o deseos de los demás. Entender a nuestros semejantes y dejar que ellos nos comprendan. Los que poseen este tipo de inteligencia se relacionan con los otros con facilidad, poseen mucha empatía, lo que les ayuda a comprender y reconocer los sentimientos y emociones de su entorno y comunicarse de forma más efectiva.
Las relaciones personales son el campo fuerte de estas personas. Se sienten cómodos dentro de un grupo, identifican las necesidades de su entorno y ayudan a los demás. Tener desarrollada esta inteligencia permite influir en los demás y manejar perfectamente las artes de persuasión.
Les gusta trabajar en grupo o solos, pero siempre y cuando puedan interactuar con otras personas. Se sentirán cómodos en salidas profesionales como Psicologos, maestros, comerciales y «mediadores».
Es lo mismo que la emocional, con ella se deben desarrollar habilidades sociales para construir relaciones más fructíferas. Porque saben ponerse en el lugar del otro, comprenderlo.
Personas que saben controlar y gestionar emociones, saben buscar las posiciones, intereses y necesidades de un conflicto… ¿Os suena?
La inteligencia interpersonal es la que nos permite entender a los demás. Es mucho más importante en nuestra vida diaria que la brillantez académica, porque es la que determina la elección de la pareja, los amigos y, en gran medida, nuestro éxito en el trabajo o enel estudio.
Esta inteligencia se basa en el desarrollo de dos grandes tipos de capacidades, la empatía y la capacidad de manejar las relaciones interpersonales.
Esta inteligencia le permite a un adulto hábil, leer la intenciones y los deseos de los demás, aunque se los hayan ocultado. Esta capacidad que se da de forma muy sofisticada en los líderes religiosos, políticos, terapeutas y maestros. Esta forma de inteligencia no depende necesariamente del lenguaje.
Ojalá todos tuviéramos desarrollada esta inteligencia, mejor nos iría en nuestra vida profesional y sobre todo personal.
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GRACIAS
José A. Veiga