Las riendas del mediador.

Cuando se inicia un proceso de mediación, quién no está intranquilo, inquieto, quién no tiene ese «miedo escénico» a qué puede ocurrir, si las partes van ayudar o van a enrocarse de tal manera que va a ser imposible mover esas posturas, a no descubrir sus intereses y necesidades, a no hacer la pregunta correcta, no implicarnos no aconsejar,…

Todo lo anterior es normal, y yo os digo que el día que no nos pase, mala señal, nos hemos acomodado y nos da un poco igual el proceso de mediación.

Llevo 23 años dando clases alumnos de 11 a 13 años, y curso tras curso en septiembre tengo ese gusanillo interior de qué alumnos tendré, como será mi tutoría, que me deparará cada día el nuevo curso, y espero no perderlo porque sino me habría convertido en un acomodado profesor que cae en la rutina del día a día,… Traslademos y analicemos esa sensación a la mediación.

Nos han dicho que no nos impliquemos en la mediación, y también nos han dicho que seamos una parte más dentro del proceso. Claro que podemos y debemos implicarnos, no aconsejar, en el proceso, somos la tercera parte del mismo, y nuestra intervención es fundamental porque somos nosotros quienes debemos llevar las riendas del mismo, quienes debemos aflojar o intensificar el ritmo del proceso. Ellos viene con el dolor del conflicto, a nadie le gusta estar en un proceso de mediación, porque eso implica dar señales que tenemos problemas, eso lleva a tener que contar a una tercera persona lo que nos ocurre, por qué no nos comunicamos, qué ha fallado en lo nuestro, ya bastante tienen con saber ellos mismo que ha ocurrido, que encima tengo que exponerlo delante de una tercera persona… Llamada mediador.

Nos han dicho en el maravilloso curso de formación que no usemos palabras negativas, que nuestro tono de voz sea modulable, sin alteraciones,… Y a lo mejor nos olvidamos que las personas que vienen traen un conflicto, y eso lleva a sacar las cosas que han molestado, y no son positivas (os lo aseguro), usemos palabras positivas o negativas, que más da como sean, con tal que sean las adecuadas para avanzar y ayudar. Por qué nuestro tono de voz debe ser siempre modulado, sin alteraciones y encima usando las frase típicas: «quiero entender,….», «perdona si no me he enterado bien,…»… Seamos nosotros mismos con las herramientas que nos han enseñado, y sintámonos cómodos dentro del traje de mediador, si hay que subir el tono de voz, subamoslo, si hay que decirle a una de las partes que aclare bien lo que acaba de decir, pues se lo decimos con normalidad, sin estereotipos,… Porque si no fuera así, no me extraña que tener una sesión de mediación necesite preparación física y relajante, disfrutemos de la mediación. 

El proceso va a depender de las partes pero no olvidemos que muchas veces nuestras intervenciones van a condicionar el ambiente, van a mover intereses, vamos a descubrir sus necesidades y si encima no lo consiguen nos vamos autoculpar de ello, y lo que tenemos que hacer es analizar nuestras intervenciones, nuestras palabras.

¿Alguien ha hablado de las posiciones del mediador, de las necesidades e intereses del mediador en un proceso?. Porque tenemos todo eso, no nos olvidemos. Somos personas que nos montamos nuestra película de los hechos que nos están contando y ya en cuestión de minutos hemos encontrado la solución más adecuada para ellos, pero no olvidemos es «nuestra solución» no la suya.

Nos permitimos el lujo de hacer esa historia sin conocer sus intereses, y a medida que van surgiendo los verdaderos intereses de las partes vamos modificando nuestra «historia» y les «movemos» hacia «nuestra solución»… Que puede no ser la más adecuada (la más legal), quizás sea la más lógica pero ¿coincide lógico con adecuada para las partes?. Y con ello no quiero que de la sensación que no lo hacemos bien, estoy convencido que lo bordamos, que somos profesionales de la mediación, que si no coincide «nuestra» solución con la suya no pasa nada.
Y como he leído hace poco: «hay muchos mediadores formados pero pocos mediadores profesionales».

Controlemos el proceso, soltemos o tensemos las riendas de la mediación pero ante todo disfrutemos de nuestra «profesión» porque está si la hemos elegido cada uno, no nos han obligado a ella. Y aunque no os lo creáis, somos necesarios en esta sociedad, nuestro granito de arena es imprescindible.

Se mediador, sientete mediador, haz de la mediación tu pasión.

GRACIAS por tu tiempo en leer esto.

José Antonio Veiga

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